Desde el pasado 6 de octubre, 14 esculturas de bronce que representan las estaciones del Vía Crucis lucen con toda solemnidad en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Han sido realizadas en Verona y bendecidas en Roma por el Papa Francisco.
El 21 de diciembre pasado, en la Sala Clementina del Vaticano, habían sido bendecidas por el papa Francisco. El 6 de octubre fue el día definitivo: fueron bendecidas por el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, después de la celebración de la eucaristía.
Posteriormente, el nuncio apostólico, monseñor Leopoldo Ginelli, presidió el Via Crucis y bendijo a su vez las nuevas estaciones fijadas sobre los muros a lo largo de la “Vía Dolorosa” de la ciudad vieja de Jerusalén.
La celebración terminó con la bendición de los últimos cinco paneles en la iglesia del conventode San Salvador, cuyo lugar definitivo es la capilla franciscana del Santo Sepulcro para no violar el statu quo vigente en la Basílica.
El proyecto, una colaboración entre la Diócesis de Verona y la Custodia de Tierra Santa, se realizó totalmente en Verona conel apoyo de la asociación “Un Vía Crucis en Jerusalén”. El trabajo fue donado por la ciudad italiana. Las esculturas, del artista veronés Alessandro Mutto, tienen unos 50 x 60 cm de altura, pesan unos 15 kg cada una y fueron realizadas por la Fundición Artística BMN Arte. Hasta ahora no había representaciones artísticas de los aspectos más destacados de la Pasión de Jesús.
Sólo los números romanos en un disco indicaban las estaciones de la Cruz. “En nuestra opinión, hacía falta algo que reflejase lo que l gente siempre ha visto en su imaginación”, comentó Roberto Brizzi, fundador de la fundación.
Esta obra es la continuación de una colaboración que comenzó en 2003, con la creación de una asociación que construyó la “Puerta de la Paz”: el portal de bronce que une la Basílica de Santa Catalina con la Basílica de la Natividad en Belén, que representa las escenas del nacimiento de Jesús.
Un trabajo que ha durado ocho meses, el del escultor Alessandro Mutto, que dice haber tenido que estudiar mucho antes de ponerse manos a la obra. “Pensé en ponerme en la piel de un espectador de hace dos mil años” explicó el escultor, “y ver estas escenas como si pasase por casualidad por estos lugares, traté de identifircarme con los personajes para usar sus movimientos, especialmente las expresiones faciales. Tuve que trabajar en miniatura, con plastilina, tratando de realizar todos los paneles al mismo tiempo, para no correr el riesgo de equivocarme en las proporciones”.
Como dijo fray Francesco Patton en la homilía: “Que el Señor Jesús, que lo recorrió el primero, proteja nuestros pasos en el camino de la Cruz, que es el camino de la Vida”.
Fuente: Revista Tierra Santa