Encuentro con el padre Jean-Jacques Pérennès, director de la Escuela Bíblica de Jerusalén.
Padre Pérennès, ¿cómo podría resumir en pocas líneas la gran historia de la Escuela Bíblica y Arqueológica Francesa de Jerusalén (EBAF), desde su fundación por el P. Lagrange en 1890?
La Escuela bíblica fue fundada por el P. Marie- Joseph Lagrange en una época en la que los conocimientos de las ciencias modernas (historia, arqueología y lingüística) parecían amenazar la credibilidad de la Biblia. Eminentes sabios como Ernest Renan y Alfred Loisy abandonaron la Iglesia con gran estruendo, dejando pensar que la Iglesia católica no estaba a la altura para asumir el reto de una lectura crítica de la Biblia.
Al final de una buena formación tomista en Salamanca y estudios orientalistas en Viena, el P. Lagrange llegó a Jerusalén convencido de que la fe cristiana no tenía nada que temer de ese enfrentamiento entre fe y razón. Supo reunir a un equipo de jóvenes religiosos apasionados que se especializaron en diferentes disciplinas que ayudan a entender el texto sagrado: lenguas antiguas, historia antigua de Oriente Próximo, geografía de Tierra Santa, arqueología, epigrafía, etc. Elaboró un método de lectura, el método histórico, que le valió por entonces ser sospechoso, por lo que sufrió mucho. Sin embargo, se sometió a la Iglesia aceptando, por ejemplo, no publicar un Comentario sobre el Génesis, preparado en 1905, y concentrarse sobre el Nuevo Testamento que plantea menos problemas.
Hoy han sido admitidos los elementos del método histórico (presencia de géneros literarios, diferentes capas de redacción, etc.) por todos los investigadores y por la Iglesia católica en su nivel más alto (cf. encíclica Divino afflante spiritu de Pío XII en 1943). El rigor intelectual, el amor de Tierra Santa y la fidelidad a la Iglesia caracterizan la obra fundadora del P. Lagrange, que un día tendría que ser beatificado.
¿Qué servicio concreto rinde la EBAF dentro de los estudios bíblicos a escala universal?
La Escuela bíblica aplicó un método desde su fundación: el estudio de la Biblia en el país de la Biblia, «acercar el documento del monumento » (Lagrange). Sus profesores surcaron los países de la Biblia, de Siria a Arabia del Norte, de Mesopotamia al Mediterráneo. Trajeron a sus estudiantes para realizar estos estudios sobre el terreno, presentados regularmente en la Revista bíblica que se publica cuatro veces al año desde el 1892. La seriedad de las investigaciones hizo que la Escuela fuera reconocida por la Academia de las Inscripciones y Bellas letras como Escuela arqueológica francesa en 1920.
Además de la seriedad de la investigación, la Escuela bíblica ha formado generaciones de especialistas en ciencias bíblicas. De hecho es una de las escasas instituciones católicas habilitadas a otorgar el doctorado en ciencias bíblicas. Para terminar, también puso a disposición de los fieles el fruto de sus investigaciones, en particular a través de la Biblia de Jerusalén, editada por los padres Dominicos de Jerusalén desde hace medio siglo. Hoy toma el relevo en Internet un proyecto innovador: la Biblia en sus Tradiciones.
La Orden del Santo Sepulcro colabora con la EBAF, en particular a través de la biblioteca que contiene 160 000 obras. ¿Puede describirnos el funcionamiento y la expansión de esta biblioteca de renombre mundial?
Esta biblioteca es única en su género, porque es el resultado de 130 años de compra de libros y revistas, seleccionadas por especialistas en exégesis, historia y arqueología. Su fondo es excepcional. Se ha informatizado su catálogo y permite un acceso por perícopa bíblica, lo que es muy raro. También contiene muchas obras que conciernen a Qumran y los manuscritos del Mar Muerto, debido a la función del P. Roland de Vaux, director de la EBAF de 1945 a 1965, y que se encargó de esas prestigiosas excavaciones arqueológicas. Por fin, es accesible las 24 horas del día para los estudiantes e investigadores que viven y trabajan en la Escuela bíblica. Es una comodidad excepcional.
La EBAF se encuentra en los locales del convento san Esteban donde vive y trabaja la comunidad de los Padres Dominicos a la que usted pertenece. ¿Se puede decir que esta comunidad constituye el alma de la Escuela Bíblica? ¿Qué funciones ocupan los Padres Dominicos en el marco de las múltiples actividades propuestas?
Es una dimensión esencial de la Escuela bíblica: la investigación está realizada por religiosos que comparten en ese mismo lugar una vida de comunidad y cuyo apostolado principal es el estudio, la enseñanza y la transmisión del gusto de la Biblia. La inmensa mayoría de los hermanos son profesores, editores de revistas. Los estudiantes son acogidos por esta comunidad con la que pueden rezar, vivir y visitar el país. El afecto de nuestros antiguos estudiantes muestra que esta dimensión les ha aportado mucho.
¿De dónde vienen los ingresos de la EBAF? ¿Se sienten amenazados por el proyecto de imposición fiscal que las autoridades israelíes desearían realizar a las comunidades religiosas? Si llega el caso, ¿quién tomaría su defensa respecto al tema?
Vivimos con recursos precarios, con contribuciones modestas de la Orden dominica, del Ministerio francés de Asuntos Exteriores, organismos católicos de ayuda a Tierra Santa como la Orden del Santo Sepulcro y la Obra de Oriente. Funcionamos porque los profesores son religiosos que no tienen un verdadero salario. Es evidente que una imposición fiscal amenazaría nuestra existencia, como la de muchas obras educativas y caritativas de Tierra Santa que no tienen beneficios sino que deben contar con la Providencia. El Consulado general de Francia nos defiende pero la lucha es desigual.
Más ampliamente, ¿cómo ve el futuro de la presencia de la Iglesia católica en la Ciudad Santa? Y según su experiencia, ¿cuáles son para usted los motivos de esperanza en cuanto al conflicto palestino-israelí en torno a Jerusalén?
Los cristianos son ya una ínfima minoría en Palestina, menos del 1% de la población según el último censo. Nuestra misión es, por supuesto, poder acceder los Lugares santos y ayudar a los fieles que vienen a rezar en ellos. Pero el pequeño resto que somos tiene hoy otra misión: ayudar a los habitantes de ese país para que no desesperen y que crean que sólo la acción sin violencia y el diálogo ayudarán a construir una paz sostenible.
¿Cómo el campo de los estudios bíblicos favorece los intercambios con el mundo judeo-israelí?
Los intelectuales judíos, religiosos o no, estudian mucho la Biblia. Ganaremos mucho si trabajamos con ellos, aunque nuestra lectura tiene que seguir siendo católica ya que, para nosotros, la Biblia es sobre todo un texto inspirado.
Entrevista realizada por François Vayne