“…Esta iniciativa de amor del Dios fiel es siempre lo primero en la oración, la actitud del hombre es siempre una respuesta. A medida que Dios se revela, y revela al hombre a sí mismo, la oración aparece como un llamamiento recíproco, un hondo acontecimiento de Alianza. A través de palabras y de actos, tiene lugar un trance que compromete el corazón humano…” (Catecismo de la Iglesia Católica nº 2567)
De esta manera, la actitud del hombre que desde la humildad responde al llamado de Dios es bendición, adoración, petición, intercesión, acción de gracias y alabanza (Catecismo de la Iglesia Católica artículo 3, Capítulo Primero, Cuarta Parte “La oración cristiana”).
La oración es más que un conjunto de prácticas que es menester cumplir para obtener algo de Dios; no se reduce a “hacer algo” para “obtener algo a cambio”. El hombre que es criatura de Dios (hijo de Dios) se dirige a su Creador con todo su ser, es la comunicación entre Dios y el hombre, es la conformación del hombre a Dios, por esto mismo existe una vocación universal a la oración.
Hay distintas expresiones de la oración: la oración vocal, la meditación y la oración contemplativa (Catecismo de la Iglesia Católica artículo 1 Capítulo Tercero, Cuarta Parte).