La solidaridad hacia los más desfavorecidos es uno de los sectores que la Orden del Santo Sepulcro más atiende expresándose a través de diferentes proyectos apoyados en Tierra Santa. «Con este programa no sólo ofrecemos asistencia económica, sino que también ofrecemos esperanza a muchas personas y les permitimos vivir una vida digna», comenta Sami El-Yousef, director administrativo del Patriarcado latino de Jerusalén.
En 2018, las contribuciones enviadas por los miembros de la Orden del Santo Sepulcro permitieron ayudar a 600 personas a través de becas de estudio, subsidios familiares, asistencia médica y ayuda para la compra de medicamentos; sin contar los beneficiarios de un proyecto específico en Jerusalén Este para la asistencia jurídica y el programa para los refugiados iraquíes cristianos en Jordania.
El mero hecho de leer los requisitos para tener derecho a esa ayuda hace comprender la gravedad de la situación. La persona que recibe una ayuda tiene que formar parte de una familia cuyos ingresos no permitan satisfacer las necesidades básicas de los miembros de su núcleo familiar o en la que la persona que aporta un salario a casa esté enferma o haya fallecido recientemente.
También puede tratarse de familias que no pueden costear la atención médica de un enfermo, que no tienen asistencia médica o incluso ancianos sin pensión. Cada ayuda realizada a una de estas familias por pequeña que sea esconde una historia de desafíos y dificultades cotidianas.
Por ejemplo, S.A. es una mujer casada de 35 años, tiene cuatro hijos y trabaja como limpiadora. Vive en el Huerto de los Olivos en una casa alquilada y su salario es el único del núcleo familiar, pero no es suficiente para cubrir los gastos esenciales de alquiler, comida, facturas y gastos escolares.
A través del Fondo de Solidaridad, el Patriarcado latino ha logrado ayudar a S.A. a pagar una parte de los gastos escolares de sus hijas y, con la custodia de Tierra Santa, cubrir parte de la deuda contraída con la empresa que suministra la electricidad en el domicilio.
W.A. tiene 35 años y vive en Gaza con su familia de cinco personas. Trabajaba como policía, pero fue obligado a coger la jubilación anticipada, quedándole un salario muy bajo y siendo la única fuente de ingresos de la familia, lo que no le permite llegar a fin de mes. W.A. pidió ayuda cuando, debido a sus deudas con la propietaria de su vivienda, corría el riesgo de ser desalojado del apartamento de alquiler donde viven.
El Patriarcado latino, gracias a las contribuciones enviadas por los Caballeros y las Damas presentes en los diversos continentes, logró pagar una parte de la deuda, permitiendo así a la familia de W.A. seguir viviendo en su casa.
El programa de asistencia médica ha ayudado a 124 pacientes en 2018. Entre ellos se encuentra un joven de 15 años de Zababdeh (gobernación de Jénine, en Palestina), que tuvo un accidente de coche y le tuvieron que operar varias veces del cerebro; intervenciones cubiertas solo en parte por el Ministerio de la salud. Y K., de 72 años, de Aboud (gobernación de Ramallah, en Palestina), que lucha desde hace cinco años contra un cáncer en el intestino, habiendo sido operado varias veces y con múltiples sesiones de quimioterapia.
Estos casos no sólo son difíciles desde el punto de vista médico y humano debido al sufrimiento que provocan, sino que también representan un gran desafío para los enfermos y las familias con escasos recursos económicos, ya que parte del peso de las operaciones, los cuidados y los medicamentos recae sobre sus hombros.
Dirigimos un saludo a las 600 familias necesitadas que han recibido una ayuda que les permite seguir adelante – continuando los estudios, viviendo en su domicilio o recibiendo la atención médica necesaria– y damos las gracias al Patriarcado latino y a los trabajadores sociales que participan en este proyecto y que hacen que las personas con mayor riesgo no estén solas y que las contribuciones de los Caballeros y Damas lleguen a quienes más las necesitan.