Como todos los años, los Caballeros y las Damas se reunieron para la celebración de la Santa Misa en la Fiesta de Nuestra Señora de Palestina ocasión en la que pueden lucrar indulgencia plenaria.
Esta fiesta litúrgica pone de relieve la unidad de la Orden que se extiende por todo el mundo pero que tiene el centro de su acción en el socorro a los necesitados de Tierra Santa.
Mientras sonaba parte del oratorio “Judas Macabeo” (Haendel 1746) interpretado por el Maestro Luis Caparra, la procesión de entrada dio comienzo a una cuidada ceremonia que fue celebrada por el Padre Alejandro Álvarez Campos CSS quien en la homilía destacó:
– “Fue el Patriarca Luigi Barlassina (1920-1947), con motivo de su entrada solemne en la Basílica Catedral del Santo Sepulcro, el 15 de julio de 1920, y de la consagración de la Diócesis a María, cuando la invocó por primera vez con el título de “Reina de Palestina”.
– El vínculo particular de Nuestra Señora, Reina de Palestina, con la Orden de Caballería del Santo Sepulcro remonta al pontificado de san Juan Pablo II. En 1983, 50 años después de la institución de la fiesta, san Juan Pablo II – dirigiéndose a los Caballeros y Damas de las Lugartenencias de Italia septentrional y central – les exhorta a ser testigos de Cristo en la vida diaria y continuar la obra de la Orden en Tierra Santa bajo la protección de Nuestra Señora.
– Diez años después, en 1993, el Gran Maestre de la Orden, el cardenal Giuseppe Caprio, pidió a san Juan Pablo II la elección de Nuestra Señora, Reina de Palestina, como patrona de la Orden. El Santo Padre respondió el 21 de enero de 1994 con un decreto que acordaba lo que había sido pedido”.
Presentamos la homilía completa: (link)
Se trata de una ocasión especial en la cual se ruega la intercesión de Nuestra Señora, Reina de Palestina, por las necesidades de todos los cristianos de Tierra Santa y por la paz.
Además, se rezó por las intenciones del Romano Pontífice y fue renovado el juramento de pertenencia a la Orden.
La Santa Misa terminó con la oración de los Caballeros y las Damas seguida de los acordes del canto mariano “Salve Regina”.