Esta gran santa se ha hecho famosa por haber sido la madre del emperador que les concedió la libertad a los cristianos después de tres siglos de persecución, y por haber logrado encontrar la Santa Cruz de Cristo en Jerusalén.
Los historiadores discuten el origen exacto de Flavia Julia Helena, también conocida como Santa Elena de la Cruz o Elena de Constantinopla. Algunos afirman que probablemente haya nacido en el año 250 en Drépano, Bitinia (antiguo reino localizado al noroeste de Asia Menor y al suroeste del mar Negro) y murió en Roma hacia el año 330. Era hija de un posadero, y especialmente bella. Elena significa: «antorcha resplandeciente».
Llegó por esas tierras un general muy famoso del ejército romano, llamado Flavio Valerio Constancio (en latín: Flavius Valerius Constantius; Dardania, Serbia, 31 de marzo de c. 250-Eboracum, Britania, 25 de julio de 306), conocido comúnmente como Constancio I o como Constancio Cloro, fue emperador del Imperio romano desde 293 hasta 305 como César y desde 305 hasta 306 como Augusto. Los historiadores bizantinos le añadieron el epíteto Cloro, con el que se le conoce comúnmente.
Constancio se enamoró de Elena y se casó con ella en el año 272. De su matrimonio nació un niño llamado Constantino que se iba a hacer célebre en la historia por ser el que concedió la libertad a los cristianos.
Cuando ya llevaban un buen tiempo de matrimonio, el emperador de Roma, Maximiliano, ofreció a Constancio Cloro nombrarlo su más cercano colaborador, pero con la condición de que repudiara a su esposa Elena y se casara con su hijastra. Constancio, con tal de obtener tan alto puesto repudió a Elena y en el año 292 se casó con Flavia Maximiana Teodora. Y así, ella tuvo que estar varios años abandonada. Pero esto mismo la llevó a practicar una vida de santidad.
Al morir Constancio Cloro (año 306), su hijo Constantino fue proclamado emperador por el ejército. Si bien era pagano, respetaba a los cristianos.
Cuenta el historiador Eusebio de Cesarea que Constantino, en el año 311 tuvo que presentar una terrible batalla contra Majencio, jefe de Roma. La noche anterior a esa batalla, Constantino tuvo un sueño en el cual vio una cruz luminosa en los aires y oyó una voz que le decía: “In hoc signo, vinces” (“Con este signo vencerás”); y que al empezar la batalla mandó colocar la cruz en varias banderas de los batallones y que exclamó:
“Confío en Cristo en quien cree mi madre Elena”. La victoria fue total, y Constantino llegó a ser Emperador y decretó la libertad para los cristianos, que por tres siglos venían siendo muy perseguidos por los gobernantes paganos.
A partir de la victoria obtenida en el puente Milvio en Roma, el nuevo emperador decretó que la religión católica tendría en adelante plena libertad (año 313) y con este decreto terminaron tres siglos de crueles y sangrientas persecuciones que los emperadores romanos habían hecho contra la Iglesia de Cristo.
Constantino amaba inmensamente a su madre Elena –convertida al cristianismo- y la nombró emperatriz, y mandó hacer monedas con la figura de ella, y le dio plenos poderes para que empleara el dinero del gobierno en las obras buenas que ella quisiera.
Escritores sumamente antiguos como Rufino, Zozemeno, San Juan Crisóstomo y San Ambrosio, cuentan que Santa Elena, pidió permiso a su hijo Constantino para ir a buscar en Jerusalén la cruz en la cual murió Jesús. En su búsqueda, demolió el templo erigido a Venus en el monte Calvario e hizo cavar hasta que le dieron noticias, en los primeros días de mayo, de haber encontrado tres cruces. Como no se podía distinguir cuál era la cruz de Jesús, llevaron a una mujer agonizante. Al tocarla con la primera cruz, la enferma se agravó, al tocarla con la segunda, quedó igual de enferma de lo que estaba antes, pero al tocarla con la tercera cruz, la enferma recuperó instantáneamente la salud.
Fue así como Santa Elena, y el obispo de Jerusalén, Macario I, y miles de devotos llevaron la cruz en piadosa procesión por las calles de Jerusalén. Y que por el camino se encontraron con una mujer viuda que llevaba a su hijo muerto a enterrar y que acercaron la Santa Cruz al muerto y éste resucitó. Por este motivo, se suele representar a Santa Elena con una cruz en la mano.
Elena mandó construir un templo en el monte de los Olivos, un templo en Belén y un tercer templo, la iglesia del Santo Sepulcro (en latín, Ecclesia Sancti Sepulchri), también conocida como basílica del Santo Sepulcro, Iglesia de la Resurrección o Iglesia de la Anástasis, que contiene el Calvario y el Santo Sepulcro.
La iglesia del Santo Sepulcro fue construida como estructuras diferenciadas entre dos lugares sagrados: la gran basílica (el Martyrium visitado por Egeria en torno a 380), un atrio cerrado y columnado (el Triportico) con el lugar asociado tradicionalmente al Calvario en una esquina, y a través de un patio, la rotonda denominada Anástasis (“Resurrección”), donde Santa Elena y el Obispo Macario creyeron que Jesucristo fue enterrado. El templo cristiano se consagró el 13 de septiembre de 335.
También cuenta San Ambrosio que Santa Elena, aunque era la madre del emperador, vestía siempre con mucha sencillez y se mezclaba con la gente pobre y aprovechaba de todo el dinero que su hijo le daba para hacer limosnas entre los necesitados. Que era muy piadosa y pasaba muchas horas en el templo rezando.
También es tradicionalmente conocida por buscar los restos de los Reyes Magos que actualmente se conservan en la Catedral de Colonia así como los del Apóstol Matías, depositados en la abadía de San Matías de Tréveris.
Por muchos siglos se ha celebrado en Jerusalén y en muchísimos sitios del mundo entero, la fiesta del hallazgo (o Invención) de la Santa Cruz, el día 3 de Mayo mientras que la Exaltación de la Santa Cruz se festeja el 14 de septiembre.