El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) enseña que “la Liturgia es «acción» del «Cristo total» (Christus totus). Los que desde ahora la celebran participan ya, más allá de los signos, de la liturgia del cielo, donde la celebración es enteramente comunión y fiesta” (CIC nº 1136).
Es un deber de la Iglesia «celebrar la obra de salvación de su divino Esposo con un sagrado recuerdo, en días determinados a través del año. Cada semana, en el día que llamó «del Señor», conmemora su resurrección, que una vez al año celebra también, junto con su santa pasión, en la máxima solemnidad de la Pascua.
Además, en el ciclo del año desarrolla todo el Misterio de Cristo. […] Al conmemorar así los misterios de la redención, abre la riqueza de las virtudes y de los méritos de su Señor, de modo que se los hace presentes en cierto modo, durante todo tiempo, a los fieles para que los alcancen y se llenen de la gracia de la salvación» (SC 102). (CIC nº 1163)
“El pueblo de Dios, desde la ley mosaica, tuvo fiestas fijas a partir de la Pascua, para conmemorar las acciones maravillosas del Dios Salvador, para darle gracias por ellas, perpetuar su recuerdo y enseñar a las nuevas generaciones a conformar con ellas su conducta. En el tiempo de la Iglesia, situado entre la Pascua de Cristo, ya realizada una vez por todas, y su consumación en el Reino de Dios, la liturgia celebrada en días fijos está toda ella impregnada por la novedad del Misterio de Cristo”. (CIC nº 1164)
“El año litúrgico es el desarrollo de los diversos aspectos del único misterio pascual. Esto vale muy particularmente para el ciclo de las fiestas en torno al misterio de la Encarnación (Anunciación, Navidad, Epifanía) que conmemoran el comienzo de nuestra salvación y nos comunican las primicias del misterio de Pascua”. (CIC nº 1171)
«En la celebración de este círculo anual de los misterios de Cristo, la santa Iglesia venera con especial amor a la bienaventurada Madre de Dios, la Virgen María (CIC nº 1172) (…), y hace memoria de los mártires y los demás santos «proclama el misterio pascual cumplido en ellos, que padecieron con Cristo y han sido glorificados con Él; propone a los fieles sus ejemplos, que atraen a todos por medio de Cristo al Padre, y por sus méritos implora los beneficios divinos» (SC 104; cf SC 108 y 111). (CIC nº 1173)
El calendario de la Iglesia, el calendario del propio país, y el de la propia comunidad, establece las categorías de celebración litúrgica: Solemnidad, Fiesta, Memoria, Conmemoración y Feria.
Solemnidad:
Es la celebración de mayor rango; se caracteriza porque su «día litúrgico» dura más de 24 horas: comienza al atardecer del día calendario anterior, y termina al terminar el día calendario, por lo tanto tiene dos misas (la de la tarde anterior y la del día). En la misa de las solemnidades hay dos lecturas, salmo y Evangelio.
No todas las solemnidades son iguales entre sí, también hay una jerarquía entre ellas; la mayor de todas es la Pascua (madre de todas las solemnidades), luego otras mayores, como el Nacimiento de Jesús y otras dedicadas a la vida de Jesucristo, los domingos, las de la Virgen María y los santos, e incluso celebraciones que a lo mejor son de menor rango para la Iglesia universal, pero que en una determinada comunidad puede ser exigible que se celebren como solemnidad, como la celebración del santo patrono.
Si una solemnidad cae, por ejemplo, en domingo, y ese domingo es de mayor rango, la celebración de la solemnidad se mueve a otro día, pero no se quita.
Los domingos son siempre solemnidad (se recomienda la lectura de la Encíclica Dies Domini de San Juan Pablo II).
Fiesta:
Dura como un día calendario. Muchos textos aluden al tema de la fiesta, pero no todos. En la misa hay una sola lectura, salmo y Evangelio, como en los días de semana. Tienen esta jerarquía, por ejemplo, las celebraciones de los Apóstoles, las distintas advocaciones de la Santísima Virgen, los evangelistas, etc.
Memoria:
Son las celebraciones de los santos o acontecimientos de la vida de Jesucristo o de la Virgen María de menor rango. Muy pocos textos de la liturgia hacen relación al tema de la celebración, no interrumpen el curso de la lectura bíblica que se venga haciendo.
La memoria puede ser «libre» u «obligatoria», enel primer caso, puede omitirse, mientras que en el segundo debe celebrarse cuando el calendario litúrgico así lo indica; no hay ninguna diferencia en el modo de celebrarlas.
Conmemoración:
Durante los días del 17 al 24 de diciembre, en la Octava de Navidad y en toda la Cuaresma, no se puede celebrar ninguna memoria, ni siquiera las memorias de las comunidades particulares, por ese motivo, si una memoria cae en esos tiempos, se convierte en «Conmemoración», y es de celebración libre.
Esto es especialmente importante en la Cuaresma, porque como sus fechas son variables, -y además es un tiempo relativamente largo de cinco semanas-, siempre ocurre que hay memorias que coinciden con las ferias de cuaresma, que son de mayor rango; esas memorias se vuelve «conmemoración».
Feria:
Son los días litúrgicos que no tienen ninguna de las calificaciones anteriores. De todos modos, como se puede deducir, también están organizados jerárquicamente: las ferias del tiempo ordinario son las celebraciones de menor categoría litúrgica, pero las de Cuaresma son más importantes que las memorias.
Las ferias tienen secuencias de lecturas que las ligan unas con otras, de manera que a cada tiempo, en sus ferias se va desarrollando -a través de las lecturas y los textos en general– el tema que le corresponde (penitencia, espera de la segunda venida, espera de la primera venida, celebración de la resurrección, espera del Espíritu Santo, etc.).
«Los Caballeros y las Damas de la Orden del Santo Sepulcro, pueden lucrar indulgencia plenaria cristiana en cada una de estas fiestas, cumpliendo, además, con los requisitos establecidos por la Penitenciaría Apostólica»
Santa Elena
18 de agosto
San Pío X
21 de agosto
La Exaltación de la Santa Cruz
14 de septiembre
La bienaventurada Virgen María, Reina de Palestina
25 de octubre
Difuntos
2 de Noviembre